Sus párpados se separaron súbitamente y sus pupilas se clavaron en el techo de la estancia. Sudaba, y su pecho crecía y menguaba al ritmo de una agitada respiración. Esa extraña pesadilla había vuelto. Todos esos seres, con cuerpo de persona y cabeza de animal, paseando a su alrededor con total normalidad. Y esa mujer. Esa mujer con curvas de modelo y cabeza de loba, que le seducía para devorarlo justo antes de despertar. «¡Es una locura!», pensó, «un ser así no puede existir».
Se levantó y, como cada mañana, tomó su desayuno, se aseó frente al espejo del baño y abrió la ventana de su habitación. Estaba lloviendo. «Odio los días así», susurró para sí mismo. Acto seguido, apoyó sus garras en el alféizar, desplegó sus grandes alas plagadas de plumas de colores y echó a volar.
© Juan Miera
Relato seleccionado para el libro de Microrrelatos Sol Cultural 2013.
Inspirado en la fotografía «Lobatomía», de Saray Guerra